Con el cansancio marcado en sus rostros pero con el brillo de la fe en sus ojos ofrendaron su sacrificio a los patronos de Salta.
El recorrido fue duro y largo, pero con una fe inquebrantable los peregrinos de a pie de Cafayate y de Santa María pudieron cumplir con el esfuerzo promesante y renovar su pacto de fe con el Señor y la Virgen del Milagro.
Este miércoles salieron con las primeras luces del día desde Cerrillos en donde tuvieron su última posta y a media mañana ya estaban apostados a la espera de su turno en la calle Buenos Aires a metros de la plaza 9 de Julio. El sol a esa hora se hacía sentir. La espera se hizo larga, más de cuatro horas estuvieron parados a la espera de ingresar al santuario mayor. Un poco de desorganización y un enorme número de peregrinos de todos lados de la provincia demoraron a todos los grupos.
Finalmente pasadas las 14:30 y con el agobiante calor del día, los incansables peregrinos de Cafayate y Santa María ingresaron para ofrendar su sacrificio promesante a los patronos de Salta.
La emoción se percibía en cada rostro en ese recorrido de algo más de 200 metros. A cada paso los aplausos, la solidaridad y reconocimiento golpeaban el espíritu sensible de los promesantes vallistos.
En las puertas de la Catedral el llanto fue incontenible para gran parte de los más de 500 caminantes. Peregrinos de todas las edades reflejaban el momento culmine del esfuerzo y el compromiso cumplido con el júbilo dibujado en rostro frente a la imágenes del Señor y la Virgen del Milagro.
Un año más, una vez más, la renovación del pacto de fe con los patronos de Salta fue sellada con la fuerza promesante del sacrificio.