El Chaqueño Palavaecino subió al escenario a las 5 de la mañana y se bajó a las 9. Otro cierre de la Serenata a Cafayate a plena luz del día con el predio totalmente colmado.
Todo presagiaba un lleno total cuando a las siete de la tarde Radio Cafayate tuvo la información de que las entradas para la última noche se habían agotado.
Hubo algo de angustia cuando comenzó a llover cerca de las diez de la noche, pero el agua no impidió que la gente legará al predio y que permaneciera allí. Fue intermitente, muy intensa de a ratos que obligaba a quienes estaban en las plateas a abandonar sus sillas e intentar refugiarse en alguna parte, pera nadie se iba.
La programación se cumplió a rajatablas y a las cinco de la mañana llegó el Chaqueño Palavecino para cumplir con el ritual del amanecer.
«Siempre es un placer venir a Cafayate a pesar de todas las cosas. Hace 26 años que cantó aquí y todavía quedan muchos más. Me dijeron que se terminaron las entradas y muchos están escuchando desde afuera. Le pido a la organización que a medida que salga la gente que vino a ver a los otros artistas, los vayan dejando pasar», pidió el Chaqueño cuando le llegaron noticias de que había gente queriendo entrar, incluso con entradas en la mano pero los portones permanecían cerrados.
Como si se tratara de un hechizo, con la llegada del Chaqueño paró definitivamente la lluvia y el artista desplegó un show que incluyó recuerdos para músicos salteños, algunos amigos de sus inicios y no dejo de hablar de la crítica situación de las inundaciones en el norte de nuestra provincia.
Tuvo que hacer algunas pausas para quejarse del sonido, lo mismo hizo el público de las populares que le hacían saber que no se escuchaba en ese sector. Por tramos, su voz estuvo perdida en el sonido de los instrumentos y se notó la molesta del Chaqueño que no lo disimuló y reclamo por el micrófono.
“Esta fría la Serenata” dijo en un momento, ”a estas horas en otras serenatas era diferente” agregó y les pidió a los músicos que le “metan con ganas”. La gente no levanta “Juan Manuel” arengó a su bandoneonista y llamó algunos violinistas a su lado.
Pero su estado de ánimo no decayó nunca y hasta bailó. Su esposa Beatríz Robles se lució bailando en el escenario.
Un momento especial se vivió cuando invitó al talentoso bandoneonista cafayateño Lautaro D’Amico que temprano había tenido una brillante actuación. Juntos interpretaron “La Carpa de Don Jaime”. Luego invitó a Gastón de Cerrillos.
El escenario fue un desfile de invitados conocidos y no tanto, ballets folclóricos que le dieron un colorido especial y ya a plena luz del día comenzó a prepararse lo que sería una maratón de chacareras, gatos y chamamés para dejar el predio “bien arriba” dejando la incógnita de si estará o no , el próximo año.