A principios del siglo XX Cafayate contaba con unas pocas manzanas que se ubicaban alrededor de la plaza 20 de febrero que en ese tiempo tenía una dinámica cultural y comercial muy particular.
Las fiestas patronales, actos cívicos, los juegos tradicionales luego de dicho actos, las fiestas de la vendimia, la banda de música tocando en la glorieta, la pista de baile improvisadas que se armaban en una de sus veredas, los espectáculos de circos que se habilitaban ocasionalmente en una de las esquinas circundantes a la plaza y comercialmente antes de la existencia del mercado municipal toda la actividad comercial de ventas de carne, frutas y verduras se realizaba en la plaza, con la particularidad de que en los fines de semanas después de la misa dominical se vendían masitas, empanadas, chicha y aloja etc.
Las amasanderas
Fue uno de los oficios femeninos de principios de siglo XX en Cafayate, que surgen como respuesta a una necesidad de trabajar y con el fin de llevar unas monedas a la casa. Las amasanderas con las antecesoras de las actuales panaderas. Ellas hacían el pan casero que normalmente vendían en sus propias casas o en las calles de Cafayate, estas esforzadas mujeres amasaban una o más veces al día, cociendo sus productos en hornos de barros generalmente grandes, a propósito, nos comenta Don Cacho:
«En todas las casas era una obligación tener horno de barro, doña Vicenta tenía semejante horno de barro, entraban hasta 7 u 8 latas. Pero así también consumían mucha leña, la leña se la transportaba don Luciano Vera, don Delfín Ballesteros que la traían en burritos, les decíamos la ración, nosotros mismos si nos faltaba leña había que ir a traer el atado de leña al hombro. No se usaban todavía los carros de leña, el único que tenía un carro en ese entonces era don José Ruda que hacía traslados cuando había cambio de domicilio, también hacía transportes de vinos de las bodegas para los boliches.»
Siguiendo con el oficio de las amasanderas, en las ordenanzas municipales de principios del siglo XX se cobraban patentes anuales a las siguientes profesiones y negocios:
1° Amasandera de primera categoría—————— $ 8
2° Amasanderas de segunda categoría————— $ 5
3° Por cada mesa de billar——————————– $ 30
4° Por cada cancha de bocha o pelota—————- $ 10
5° Matrícula de abastecedores por cada área——- $ 15
6° Por cada carro conductor de carne ————————- $ 5
7° Por boliches sin venta de licor ——————————- $ 10
8° Por farmacias y choguerías ———————————– $ 50
9° Por cada juego de sapo ————————————– $ 5
10° Por casa de pensión u hospedaje ————————- $ 30
11° Por fondas ——————————————————- $ 30
12° Peluquerías —————————————————– $ 10
13° Tonelerías, carpinterías, herrerías que no paguen patente
Oficial —————————————————————– $ 15
14° Fábrica de cada refresco y aguas gaseosas ———– $ 20
15° Vendedores ambulantes de coca por cada tambor — $ 2
16° Barracas exportadoras por inspección higiénica —— $ 70
17° Compradores ambulantes de cueros ——————— $ 30
En la presente ordenanza de principios de siglo es notable observar una serie de oficios que existían en Cafayate, como el del tonelero, el herrero, talabarteros, las amasanderas entre otros. Don Cacho nos comenta acerca de algunas de las amasanderas conocidas del Cafayate de antaño:
«Las amasanderas que eran doña juliana Pasayo en la Chacabuco, mi tía Desideria, mi tía María, doña rosa García, quienes fueron pioneras en el amasijo, cosa que a las 5 de la tarde nosotros hacíamos cola para retirar el pan.
La otra exquisitez que había es que los domingos a la mañana frente de la iglesia doña Mercedes Flores, mi tía Desideria, todos con sus budines, quesadillas, doña Juana Mamani, doña María Luisa Villegas andaba con sus gaznates, doña Juana Bazán con las empanadillas. Todas hacían sus masitas con productos caseros, el huevo, la harina. Doña María Luisa tenía un secretario que le decían “el diablito” el vendía los gaznates riquísimos de doña María Luisa, pero en un momento se desaparecían vendía todo en un santiamén, también era una costumbre el dar la yapa, en todos los comercios se acostumbraban a dar yapa para llevarla pal camino.»
Como decíamos en un principio toda esta actividad comercial se daba los fines de semana normalmente en la plaza 20 de Febrero. Así mismo Don Cacho nos comenta de dicha actividad los fines de semana.
Las masiteras hacían hasta el dulce, doña Pancha venía con su tinaja en la cabeza y se ponía al frente de la iglesia, vendía aloja de maíz, vendía chicha todo en vasito, pero respetuosamente no era para macharse tampoco, todo lo hacía ella.
Después también eran notables las empanaderas que era doña Vicenta que después de misa también era un clásico ir a la casa de doña Vicenta a comprar empanadas en su casa, incluso traía las empanadas para el bar que también se vendía.
“En el telar del tiempo, la historia se teje, hilos del pasado, hilos de memoria, momentos que florecen y brotan en el presente, tejiendo la trama de lo que somos y acontece”.
Por Cacho Royano y Matías Maita