Las encuestas muestran un empate técnico con leve ventaja para el libertario. El ministro busca exponer al candidato adversario, que tratará de contrarrestar la “campaña del miedo”. La estrategia de UP y la centralidad de Mauricio Macri que desordenó a LLA.
En medio de un clima de paridad e incertidumbre, y de máxima tensión entre ambos equipos de campaña, Sergio Massa y Javier Milei se medirán hoy mano a mano en el debate presidencial que los estrategas de los dos candidatos prepararon a tiempo completo en las últimas 48 horas y que, según estipularon en la previa, prevé ser decisivo para tratar de influenciar en el electorado indeciso, a una semana de la segunda vuelta.
Durante todo el sábado, el ministro de Economía y el candidato de La Libertad Avanza se recluyeron junto a sus equipos para preparar la estrategia que intentarán desplegar en el auditorio principal de la facultad de Derecho de la UBA, la sede del segundo debate que Massa y Milei compartieron con los otros candidatos antes del 22 de octubre, cuando ambos se metieron en el balotaje.
Desde esa noche, los candidatos no hicieron más que calentar el tramo final del proceso. Dos días después, el economista libertario recibió el apoyo explícito de Mauricio Macri y de Patricia Bullrich sellando en la casa del ex presidente, en Acassuso, un acuerdo que partió en dos a la coalición de Juntos por el Cambio, que le dio al fundador del PRO una centralidad fabulosa en la campaña de LLA y que Massa buscó aprovechar a través de una convocatoria de “unidad nacional” destinada principalmente a un sector de los radicales liderados por Gerardo Morales.
Antes del fin de semana, en el búnker de Unión por la Patria hubo un análisis exhaustivo de las últimas encuestas que, según confiaron, arrojaron un “empate técnico” entre los dos candidatos presidenciales, con dos salvedades: ese tipo de investigaciones cualitativas dejaron de ser un insumo tan confiable como en otros tiempos para los especialistas, y el número de indecisos, según trascendió, se ubicaba en estos días en torno al 10% del electorado. La semana pasada, cuando Macri recibió de sus colaboradores los estudios encargados después de acordar con Milei, notó el mismo fenómeno.
Según la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública (ESPOP) que la Universidad de San Andrés prepara todos los meses, el 44% de los consultados aseguró que “los debates políticos” tienen mayor peso en la toma de decisión de cara a la elección. Además, el 18% contestó que recién confirman su voto en el cuarto oscuro o solo unos días antes de ir a votar. Y más: un 23% prefirió no responder o aseguró que aún no tenían decidido el voto.
A ese universo es al que intentan seducir tanto Massa como Milei. Es el mismo plan que desarrollaron Daniel Scioli y Mauricio Macri en el balotaje del 2015, hace ocho años, el último debate mano a mano que organizó la CNE. Al final, el ex presidente se impuso por menos de 2 puntos.
“La literatura dice que los debates mueven pocos votos, y que por eso pueden tener alguna influencia en las elecciones más cerradas. Mi experiencia es que los votantes aprovechan los debates para juzgar más el carácter que los contenidos de los candidatos, al revés muchas veces de lo que los propios candidatos piensan. Por eso siento que es más fácil perder votos en un debate (por una conducta desagradable) que ganarlos por una presentación brillante”, subrayó a este medio el escritor Hernán Iglesias Illa que trabajó en el gobierno de Cambiemos, y que fue parte del equipo que preparó a Macri en ese debate y, más aún, en el del 2019. “El debate de este domingo, más desestructurado, será una novedad. Y realzará para mí el componente del juicio de carácter por parte de los electores”, agregó.
Juan Courel, analista y consultor político, y presidente de Alaska Comunicación, trabajó en la campaña de Scioli del 2015, y fue una pieza fundamental en la preparación de Alberto Fernández en los debates del 2019. “Según estudios recientes los debates son las instancias que mayor atención generan en las campañas argentinas. Por lejos. El debate entre Macri y Scioli en el ballotage de 2015, por ejemplo, generó picos de 53 puntos de rating”, remarcó a Infobae. El especialista dice, sin embargo, que el “altísimo grado de negatividad desde el primer día puede alejar a mucha gente que ya está harta o estresada y prefiere abstraerse de la discusión”. “Hace unos días veíamos en las redes a una señora en un tren taparse las orejas mientras se peleaban un partidario de Massa y otro de Milei. En países con voto no obligatorio está probado que la negatividad de los mensajes favorece la abstención”, abundó.
Para Courel, “está claro de los debates anteriores que Massa fue el candidato más coucheado”. “Es el que le dedicó más tiempo a prepararse. Todo el desempeño de su campaña fue muy profesional, de acuerdo a los estándares internacionales. No imagino a Milei siendo muy metódico en su preparación, habrá que ver”, sintetizó.
En los últimos días, especialmente entre el viernes y el sábado, Massa interrumpió su campaña unipersonal centrada exclusivamente en su figura para volcarse a los ensayos, asesorado por el consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, sus colaboradores comunicacionales y el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, una pieza clave. “Está todo muy cerrado entre ellos”, explicó en estas horas un asesor.
Massa es un profesional, entre otras tantas especialidades, en el dominio de la escena pública y mediática, y está decidido, según resaltaron en su entorno, a intentar exponer a Milei con sus proyectos más polémicos, un paso crucial de la “campaña del miedo” desplegada durante estas semanas. El objetivo es mostrarlo “caótico” y “desordenado”, y contrastar propuestas. Y exhibirse con un marcado liderazgo presidencial, a tono con los spots de estas horas.
El candidato libertario conoce a la perfección las intenciones de su contrincante. Hasta este viernes, en su entorno todavía sobrevolaba una creciente zozobra por la decisión de la Cámara Nacional Electoral de prohibirle a los postulantes contar con papeles “ayuda memoria” durante el debate, una condición por la que Karina Milei, hermana y jefa de estrategia de la campaña libertaria, insistió con vehemencia. Hubo un intento final en la previa del fin de semana, y circuló incluso que el candidato podía atar su participación a esa pauta. Olmos, uno de los apoderados de UP, alertó sobre esta situación con una nota remitida a la Cámara.
“Javier se preparó más enfocado en el contenido que en las formas”, explicaron a este medio voceros del candidato. Además de su hermana, el economista recibió los consejos del consultor Santiago Caputo y se nutrió de la información suministrada por los equipos técnicos liderados por Nicolás Posse, que en caso de ganar tiene reservada la Jefatura de Gabinete.
Milei ya había ensayado el miércoles, en un alto en su campaña. Pero se encerró con su mesa chica en las últimas 48 horas. El viernes, por caso, suspendió un acto en Parque Lezama, motivado además por el mal clima.
Para el candidato de La Libertad Avanza, las últimas dos semanas estuvieron copadas por una revuelta interna que, según trascendió, lo desenfocó de su estrategia original de disrupción del sistema y “anti-casta”, y que tuvo su génesis en el acuerdo alcanzado con Macri y Bullrich, centrado por ahora en la logística para la fiscalización, un rubro tabú en el campamento libertario.
En ese sentido, la injerencia del ex presidente obligó a Milei a instrumentar un operativo de contención en parte de su tropa cuando un sector publicitara, de manera premeditada, un visible malhumor por el pacto con Macri y el desembarco de dirigentes del PRO muy cercanos al ex presidente que intentaron, en parte con éxito, copar la campaña. Desde ese momento, el ex jefe de Estado y el economista libertario empezaron a comunicarse casi a diario, con mucha más asiduidad que antes. Pero aparecieron operaciones cruzadas y una serie de pases de facturas y celos internos que incluyeron al propio Macri y a Bullrich, y a la mesa chica libertaria.
Ayer, tras una reunión entre Karina Milei, Caputo y Guillermo Ferraro, se resolvió que “LLA será la fuerza que lidere la fiscalización en todos los territorios”, según fuentes al tanto de las conversaciones. La interna está que hierve.
Cuando esa alianza PRO-libertaria se materializó, y el ex presidente tomó una notoria centralidad, Massa estuvo tentado en rivalizar con Macri, impulsado por la enemistad pública y privada que ambos se profesan desde hace varios años. Pero el ministro de Economía optó por seguir con su campaña unipersonal, basada en la difusión de propuestas a futuro -a pesar de la gravísima crisis-, en la decisión de desmarcarse del kirchnerismo para intentar convocar al electorado indeciso y a una porción de Juntos por el Cambio, y en confrontar con los proyectos más disparatados de su contrincante.
Por el contrario, el funcionario hizo silencio sobre la megacausa de espionaje ilegal que se coló en este tramo de la campaña y evitó, a pesar de su rol oficial, quedar inmerso como el responsable de la crisis económica y el aumento exponencial de los precios de la canasta básica. “Sergio sabe que no lo eligieron a él, que lo suyo es un voto útil, un plebiscito en contra de Milei”, explicaron sus colaboradores. Es lo que intentará exprimir al máximo durante las casi dos horas de debate de este domingo.
El evento de hoy se convirtió, en ese contexto, en una instancia decisiva que, de cara al balotaje del próximo domingo, puede llegar a quebrar la paridad y empezar a reconfigurar el sistema político a partir del 10 de diciembre tal como se lo conoció hasta ahora.